por Santiago Villanueva
Me parece que estaría bueno abstraerse de los textos y hacer una lectura formal de la pieza, que en la galería funcionaba como un objeto: una ronda.
La ronda es un formato vinculado al ritual, un formato ameno para la lectura, muy amable de escuchar y de ver. Pero en este caso, el público estaba por fuera, y los que leían no miraban hacia el público, se miraban entre ellos. El objeto estaba constantemente negando a los que circulaban por fuera. Eso le daba a la obra un carácter. ¿Qué pasaba si los portavoces se daban vuelta y leían dándose la espalda? Al mirar hacia adentro, no había otra forma de pensar este sistema de lecturas entrelazadas que como un objeto, una pieza de arte, el punto en el que este proyecto y sus voces toman una dimensión objetual.
Se volvía un coro. Había un guión muy estructurado, un orden elegido de antemano, una composición con las voces. Y esa composicion era una obra en sí misma que excedía el texto leido y se abría hacia la sonoridad del texto. Era extraño lo que pasaba con las personas en la sala. Las personas no circulaban de un lado al otro, a ver cómo se escuchaba desde diferentes zonas, ni tampoco se metian en la ronda, aún estando en una galería de arte, un lugar que habilita otra corporalidad.
Cualquier instancia de lectura lleva a que las personas dejen de hacer lo que están haciendo, de caminar, de circular y se detengan. Acá, la lectura incorporada a la obra, generaba una fuerza que además de detener a los visitantes hacía que se detenga todo.
¿Por qué esas personas intimidaban tanto?, había un grado de intimidación muy importante. Intimidaban las personas que leían y las que eran leídas. Esa presencia al cuadrado. De lectores y de leídos. Doble distancia. Desdoblamientos de lugar y de persona. Los poemas sacados del lugar donde fueron producidos y llevados a una galería; y los poemas siendo leídos por otras personas.
Era evidente que no era una lectura de poesía, era una obra de voces que generaba un tiempo solo para ella. No habia modo de considerar cada texto por separado. El formato le daba algo de totalidad. De completitud. Creo que por eso nadie se paró. Nadie se paró y se fue. Para poder aproximarte a la obra, tenias que escuchar todas las voces de la ronda. La ronda no era una pasarela de lectores, era un engranaje, todo era unido a lo otro. Y eso generaba un nivel maximo de abstracción muy difícil de lograr.
2016